Sunday, November 8, 2009

Diario danés: (No) jodiendo el parto (PARTE II)

El puente que va de Tåsinge a Svendborg queda a 5 minutos y del puente al hospital son 5 más. Madrugada de domingo a lunes. Ulla lleva tres horas de labor. La partera nos ha dado luz verde para salir, y los vecinos se han venido a dormir a la casa para estar ahí cuando Sissel despierte en la mañana. La carretera, vacía, no termina nunca. Parqueamos. Caminamos suave hasta la sala de parto. La partera nos recibe, se presenta, alterna entre el danés y el inglés. Hace el chequeo y nos dice que la dilatación se completó. No hay tiempo para parir en el agua como habíamos pensado. En lo que se llena la tina ya vas a haber parido. Ulla casi no abre los ojos pero escucha y responde a lo que la partera le dice. Está en la ‘zona’. Me pide agua o masajes duritos. La partera susurra, observa y se acopla a las contracciones, que se incrementan. Luego de mucho monitorear me explica que llamará al doctor para consultarle si habría que usar un vaccuum para acelerar el parto porque el pulso del bebé está bajito. Me asusto un poco y brego con la posibilidad de que mi esposa no tenga el parto que hemos imaginado. El doctor llega, saluda. Con discreción abre el gabinete donde está el vaccuum, y sin sacarlo va y se para a una distancia discreta para observar y escuchar lo que le dirá la partera. Entre los gritos reventados de aquella contracción y los de esta, Ulla abre los ojos y saluda al doctor: ‘Hej!’. Y 'hej!' responde él, luego de lo cual los dos se ríen. El la mira con empatía y aprobación. Las contracciones se hacen más potentes. El doctor celebra esta de ahora. Si esto sigue así no hay que usar ni vacuum ni nada. Ya habiendo consultado, y todo el tiempo a cargo, la partera se prepara para el trayecto final. El doctor lo sigue todo desde atrás de ella, que se ubica frente al nacimiento y busca orientar con sus manos y sus palabras los esfuerzos de Ulla. Que grita y se enrojece con el estrépito de hacer nacer al universo. Tres contracciones después Linus ha nacido. Tres segundos después está en el pecho de Ulla, donde seguirá por más o menos dos horas, sin interrupción. Partera y doctor nos felicitan y nos dejan solos en el cuarto. Llega un carrito con una merienda y una banderita de Dinamarca, levantada sobre un pedestalito de madera. Son las 4 y pico am. Estamos felices..  En el llanto de los recién nacidos no hay lágrimas. En el de los recién paridos, sí.

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