Tuesday, September 15, 2009

Diario danés: Vaivenes, jolgorios, vigilias

Me gusta mecerme en esta hamaca lenta aunque nunca sé donde poner los brazos. Cuando llego de llevar a mi hija a la escuelita (y traerme a mi mismo de regreso) me le desplomo encima, cuidando que el ángulo sea limpio y me procure el impulso del resto de la mecida. Tirado aquí escucho cómo caen las manzanas, siempre antes o después de lo esperado, noto el malolor del abono, natural, con que se prepara toda esta tierra tras la cosecha, y veo volar a los gansos a la distancia, graznando aparatosamente. Me viro y veo la ventana donde mi esposa mira el reloj y se soba la panza. El rojo de su pelo brilla más hoy. Se siente en el aire que octubre no tiene ganas de esperar hasta septiembre. Con este patio podríamos hacer un pari de halloween descomunal.  Los vecinos no me formarían un julepe ni vendrían titeritos a hacernos maldades. Pero tendremos un bebé de dos semanas entonces, y no estaremos durmiendo pero tampoco fiestando.  A no ser que la parquedad expresiva de los vecinos y el canto desagradable de los gansos y las caídas erróneas de las manzanas y esta peste aplastante a mierda de cerdo esparcida sobre la tierra fresca se compongan para hacer, que a mi hijo también le guste mecerse contemplando. El llanto de mi avechucho decidirá quién duerme y cuándo..

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