Tuesday, July 6, 2010

Diario danés: Ambrosio

Es domingo y damos la vuelta larga por el bosque. Miramos y hablamos de los árboles. Robles y abedules espléndidos en sus hojas nuevas. Justo a la salida del bosque vemos el roble más gordo y arrugado del lugar, el árbol de Ambrosio, de 1750. Ambrosio era un poeta que se sentaba bajo este árbol a llorar y a complicarse. ‘Cuenta cuánto me tardo en darle la vuelta al árbol de Ambrooooosioo!’, le digo a mi hija, yéndome a rodear el tronco increíble. Me requedo cuando estoy detrás del árbol para divertirla. Ella no me ve, pero sí estos siete gatitos cabezones que se han fugado por debajo de la verja de la señora y que vienen corriendo hacia mí con determinación. Mi esposa se acerca a saludarlos. No yo, que soy alérgico y les tengo miedo. La siguen hacia la calle y ella los vuelve a llevar tras la verja de dos en dos, pero se salen. Unos vienen y otros van y se forma un pequeño descontrol que parece que no acabará nunca. Muy tenso y ya imaginando un leve picor en mis ojos empiezo a alejarme por la carretera, jalando el remolquecito donde está sentada Sissel. Ulla también avanza impulsando el coche rebotón donde duerme Linus. Al fin sale la gata, azorada, y colecta los gatitos, pero hay dos muy rápidos que todavía nos siguen. Pasan carros, veloces. 'Qué hacemos?', me pregunta Ulla. ‘No me quiero responsabilizar por nada’, digo yo sin detenerme, no mirando hacia atrás para no involucrarme. Dos kilómetros después nos resignamos a virar y volvemos a pasar por la casa de la señora para dejarle los gatos. Se había percatado de que faltaban pero no nos dio las gracias. No importa. Siento que me estoy riendo, que se me levantan los brazos y que el cuerpo no me pesa nada. Creo descubrir entera en un instante la razón de la persistencia de todas mis evitaciones: el alivio tan grande que siento, por dentro y a veces por fuera, cuando logro distanciarme de aquello que me amenaza es el mayor incentivo para evadirme de nuevo, una y otra vez por siempre, y hasta la eternidad. La palabra procastinación viene al caso. Pienso en… mi tesis, aunque lo evito. Darle la vuelta de una vez a este tronco gigante, o quedarme escondido para siempre tras de él. Llorando y complicándome. Como Ambrosio.  Pero y los gatos?

1 comment:

  1. La tesis....
    a darle más vueltas a Ambrosio.
    Tenemos que hacer un support group virtual.

    ReplyDelete