Tuesday, April 6, 2010

Diario danés: Deshielo


NO extrañaré el invierno. Han pasado cosas duras. Pero también han pasado cosas increíbles y bellas. Regresando ahora de nuestra primera vueltita propiamente primaveral por el bosque, despojado ya de las nieves que lo cubrieron intacto por casi tres meses, escojo un recuerdo. Es diciembre y ha caído apenas la primera nevada, la más fuerte en años. Dos de mis amigos más atrevidos han venido a visitarme desde Puerto Rico. Siento un poco de vergüenza por toda la nieve con que este tosco país ha empañado su recibimiento justo la noche antes de su llegada. Pero han venido bien abrigados. Salimos a dar un paseo por el bosque con mi hija, que los adora. El cielo está completamente azul y el bosque completamente blanco. Mi amiga habla conmigo mientras resbala en el hielo. Mi amigo va jalando a Sissel por todo el camino con un trineo antiguo. Ella no para de reírse y de estar contenta. Pero por estar tanto tiempo sentada, y aún con su abrigo más hermético, se le acalambran las manos y empieza llorar. Yo, acordándome de lo que leí en algún manual de primeros auxilios, entro en un pánico primitivo, y para salvarla de lo que imagino puede ser una hipotermia resuelvo hacerla caminar, hasta que sude. Le pido a mi amiga que la aguante por un brazo mientras yo la llevo por el otro. Sissel llora y trastabilla, con los brazos abiertos estirados. Vamos con prisa, cruzando gran parte del bosque, hasta que es obvio que mi niña se ha calentado y que sobrevivirá. Todos nos relajamos y volvemos a admirar lo azul del cielo y lo blanco de la tierra, lo rotundo del silencio, lo impávido de los cisnes paseándose en el agua.  El resto de la estadía fluyó bien. Preparamos galletitas de jenjibre, subimos a observatorios medievales. Pero la noche antes de irse, en un incidente incomparablemente menos abrupto que el del bosque, la cámara de mis amigos se perdió sobre la nieve, con toda las evidencias de su visita. Apareció al otro día por la mañana, intacta y operante. Pero incluso si no hubiese aparecido, en mi recuerdo quedará por siempre la plenitud que sentí esos días en que mis dos queridos amigos, acaso cumpliendo una misión de la amistad, vinieron a impregnar esta esquina del mundo con toda la calidez y vitalidad con que hemos vivido siempre nuestros encuentros, como si para rescatarme de mí mismo, me jalaran duramente por los brazos, forzándome a caminar a toda prisa por un bosque helado. Para que no me congelara.      

3 comments:

  1. Que hermoso Rebio. Deshileo en alma y corazon. Todos los que somos del tropico sufrimos tanto en el frio invernal...
    Que disfrutes de la primavera.

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  2. Verdaderamente hermoso. Ya quisiera yo, honestamente, se me ha olvidado hasta el olor de la nieve.

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  3. hey! qué buena onda, gracias beatriz y vanessa. ya llega la primavera y la cosa se pone buena :) saludos!

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