Tuesday, February 9, 2010

Diario danés: Retorno roto

Si en medio de consecutivas nevadas, esquivadas por tí en la tibieza antillana, el calentador obsoleto del cual toda tu casa danesa depende se detiene, es posible que el agua de los tubos se congele, haciendo que los tubos se rompan, de forma que, superado el punto de congelación, la dejen salir. Si la temperatura ronda en lo de arriba del cero es posible que en poco tiempo la casa se te llene de agua y los pisos y muebles de madera se ahueven y se inflen y se salgan de lugar. Justo entonces entrarás y verás el agua chorreando por lo mongo del techo. Llegarán diligentes compañías y arrancarán pared tras pared para encontrar los rotos en los tubos. Sacarán bolsa tras bolsa del guano aislante que antes detenía el frío tras los paneles para que tu pudieras andar en camiseta por tu propio cuarto. Pasarán los días y las noches, y afuera habrá nieve fresca siempre, y adentro las labores seguirán. Pero no las tuyas.  Abrirás un sanjón en la nieve para donde se busca la leña, y otro para que el cartero llegue a la ranura, y otro para que los plomeros y carpinteros no resbalen cuando vengan con sus respectivas herramientas. Luego entrarás y tropezarás con todo y te volverás a ir, siempre abrigado, a ver el cielo empelotarse de nuevo, mientras millares de faisanes y de changos nórdicos machacan contra la nieve las manzanas podridas que por la tarde les das.

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