Friday, February 26, 2010

Diario danés: Hyggeligt

La mayoría de las lámparas guindan de los techos, pero sólo alumbran la mitad de abajo de las salas. Para que te sientes. En las mesas de comedor uno de los lados en lugar de sillas tiene una banquetita con cojines. No para que te acuestes, pero al menos para que te acomodes y te tomes tu tiempo. Y mejor que lo hagas, porque vas a estar sentado ahí por varias horas antes de que tu anfitrion/a termine su postre indicando que puedes pararte. La palabra‘ hyggeligt’ [pron. Jiúguelit], que ellos traducen inconformemente como ‘ cozy’ o como ‘ nice’, describe al parecer lo que los daneses sienten cuando se percatan de un detalle, situación o ambiente meticulosamente danés. Por las sonrisas que ponen cuando la dicen (sanas, espléndidas) pareciera que esconde algo más. No ha sido fácil seguirle la pista al sentido del ‘ hygge’, pero como la escucho tanto ya he acumulado algunos puntos de referencia. Por ejemplo: estas pantuflas coquetonas tipo botines de duende que mi esposa insiste en que yo me ponga cuando viene visita: hyggeligt! Unas velitas largas de película de época prendidas en las ventanas o en la mesa de la cocina durante todo el día: hyggeligt! Dos personas leyendo el periódico entero sin interrumpirse debajo de una lámpara cabezona: hyggeligt! Tú sentado en el sofá con un té y una mantita por encima pero con el televisor apagado: hyggeligt! Todo al parecer es parte de una minuciosa cultura de adaptación al frío y a la oscuridad, todas estas pequeñas cosas que los daneses hacen para rodearse mejor de sí mismos y conformarse mejor a los largos encierros que la naturaleza les impone, y que por otro lado interrumpen constantemente, acaso justamente para cultivar la añoranza del ‘ hygge’. En fin, el hygge de los daneses es como la ‘saudade’ de los brasileños, que si no eres de allí se espera que no comprendas. Para mí, aterrado como estoy cada vez que escucho de cerca el silbido del frío insinuándose por las rendijas de estas viejas ventanas, las pequeñas variaciones que ellos hayan tan significativas me procuran todas estrictamente el mismo nivel de satisfacción. Y es que en estas circunstancias comerte un bizcochito típico recién horneado o tirarte un peo bajo un colchón se convierten estrictamente en lo mismo: experiencias exclusivamente termales, cuyo valor se resume en el instante de calor que te procuran. Lo pienso; lo descubro; lo comprendo; lo compruebo: ..ahh.. hyggeligt!

No comments:

Post a Comment