‘Puerto Rico huele mejor’. Ese era el título de una columna que dejé a medio escribir cuando la huelga del pueblo en el 98, parafraseando una exitosa campaña de publicidad lanzada en los 90’s por un jefe de agencia con cara de estofón y aparentemente inofensivo. Pasan los años y nos pasan las mismas cosas.
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Parte de las consecuencias de vivir en un país como Dinamarca donde el gobierno al parecer trata a la gente sinceramente con dignidad es que se tiene una experiencia mucho menos inmediata de esa especie de combatividad en el aire a la que uno se acostumbra cuando vive en un país donde la gente, o se agita, o le acaecen todas las pestes.
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En momentos como el de ahora, en que acumula suficiente frustración y suficiente fuerza, mi país parece un animal despierto, abofeteado y traído a la vida por su propia conciencia de dignidad y de justicia. Le salen humores nuevos de las coyunturas, y el olorcito de un país posible y mejor me alcanza, dondequiera que esté. Se me aprieta la garganta y se me activa la nariz. Será posible un tiempo o un mundo donde un olorcito así, de lejos o de cerca, siempre me alcance?
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Espero sin embargo llegar a ver algunas muestras de la combatividad danesa antes de irme de aquí, quizás cuando vengan todos los países del mundo a la cumbre del medioambiente en diciembre, a decidir que hará la humanidad con el cambio climático. Por el momento el clima que se fragua en Puerto Rico, visto desde este otoño gélido y no excento de hermosura en que me encuentro, me da para imaginarme un episodio oloroso y lleno de vida en el trópico: un pueblo se asquea ante las inmanejables pestilencias que el animal pútrido de la política servil y chacueca de su gobierno emite sin cesar, al tiempo que de cada incada de la náusea le va surgiendo, entre intensos olores, el animal despierto y revolcao de lo posible. El animal-país, respirándole en la cara a gobierno para que piense bien lo que va a hacer. Todos los ojos puestos encima, gobierno cejea -turbado y descompuesto. El animal-país-posible, reuniéndose y repartiéndose, deteniéndose para auscultarse, avanzando hacia sí mismo para no esperarse más.
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