Este fin de semana asistiré a la retrospectiva de Jacob Holdt, un reconocido y polémico fotógrafo danés, en el Museo Louisiana de Arte Contemporáneo en las afueras de Copenhaguen. Louisiana es quizás el más prestigioso de los más de 50 museos que tiene esta ciudad. Lars Von Trier usó la serie de fotos que hizo Holdt sobre la pobreza en los Apalaches en la secuencia final de Dogville. Mi esposa conoce a Jacob hace años y trabajó como su asistente, por lo que él nos ha invitado a la apertura de la exhibición, y más importante, al pari que habrá después. Aprovecho para averiguar un poco sobre el lugar del arte en este país y sobre sus políticas culturales, para no estar muy perdido en la fiesta. Tengo de trasfondo ese ejemplo inequívoco del menosprecio del trabajo cultural por parte del gobierno actual de mi país: el despido de al menos un tercio de los empleados del Instituto de Cultura Puertorriqueña. Me voy enterando: En Dinamarca como en casi todas partes hay un Ministerio de cultura, que se ocupa de coordinar el apoyo a las artes y fortalecer las instituciones culturales del país, así como de establecer relaciones culturales con otros países. Dinamarca fue el primer país en el mundo en pasar una Ley de la Música (en los 70’s). Hay una Ley del Teatro, redactada inicialmente en 1963, y que ha diferencia de la que veo online de PR no se dedica a hablarle raspao a los actores, sino que se ocupa de exponer la importancia que la práctica teatral tiene para la nación, y define los instrumentos que deben facilitar su desarrollo. La cosa es parecida para otras ramas del arte y del quehacer cultural: el estado juega un rol importante en materializar su importancia y se asegura de que haya recursos para que estas florezcan y se desarrollen.
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